martes, 1 de marzo de 2011

Los dos grandes errores de la mente humana

Se dice que la experiencia es la madre de la ciencia, que de los errores se aprende y que la historia sirve para construir y comprender el presente. También se dice que hay que sembrar para recoger un buen futuro, que nadie sabe lo que va a pasar, que más vale ser precavido. Día a día, sin que nos demos cuenta, va calando en nosotros toda una serie de máximas que, consciente o inconscientemente nos evade del presente, haciendo que nos preocupemos por un tiempo que en estos momentos, simplemente, no existe.

Así... tenemos dos grandes vectores de pensamiento que definen nuestra cotidianidad: el pasado y el futuro. El pasado nos sirve para memorizar lo que ocurrió haciendo uso de una actitud errónea. El futuro para preparar el presente de manera adecuada.

Sin embargo, esta forma de pensamiento ha llevado al hombre de hoy en día a obrar erróneamente. Se lamenta del pasado y teme al futuro, constantemente. Y la realidad es que el hombre moderno tiene cubiertas todas sus necesidades y debe enfocar su potencial a vivir el momento. La razón es que posee una gestión del conocimiento apoyada en una sociedad muy rica (de la que siempre puede extraer lo que necesite). Pero, por paradójico que parezca, mira al pasado con nostalgia, lamentándose de lo que fue y teme al futuro y a la incertidumbre.

Así pues, es tarea inútil e infructuosa pensar en el pasado y el futuro de forma constante y negativa. El pasado no se puede cambiar. El futuro no se puede planificar. Podemos pasar años pensando en el pasado y nada de lo que ocurrió va a cambiar; de nada vale lamentarse. En cuanto al futuro... podemos estar una semana entera temiendo la llegada de un día terrible en el trabajo... llegará ese día... y las tareas saldrán solas, sin problema alguno.

Por supuesto, se puede dar el caso de que SÍ existan problemas reales y fundados. Bueno... ¿cuántas veces nos hemos visto con problemas a lo largo del día y se van resolviendo uno tras otro? ¿Cuántas veces al terminar el día hemos pensado ‘con lo difícil que se presentaba el día y ya está todo resuelto’?

Ese es el espíritu que debemos desarrollar. Un espíritu de tinte bohemio, de despreocupación. Una actitud que nos permita relajarnos antes los problemas que nos aquejan. Problemas que siempre están causados por recuerdos o elucubraciones  de tinte vano o superfluo. Cuando lleguen esos pensamientos... lo mejor es desecharlos.

¿Entonces, no debemos tener ningún tipo de plan en nuestra vida, ninguna guía, ningún principio? Obviamente, in meritam virtus (en el equilibrio está la virtud).

Seguramente conozcas aquel hombre que pasó semanas preocupado porque alguien vaticinó las catastróficas consecuencias del efecto 2000. Catástrofes de tal envergadura que acabarían con su empresa. Pocos días antes se suicidó. El año 2000 llegó, hubo fuegos artificiales en nochevieja, churros con chocolate por la mañana, y cuesta de enero en el corte inglés. Nada más ocurrió. Sólo que ese hombre ya no estaba en el mundo para verlo.

Como éste, podemos describir varios ejemplos de pensamiento erróneo, mucho más comunes. Pensamientos donde el pasado y el futuro están presentes. Pensamientos que podemos desechar en cuanto llegan a la mente, sabiendo qué no deben existir porque apenas sirven para nada.

Realmente... ¿nos merece la pena pensar en lo que pasó o en lo que está por llegar?

La realidad está aquí y ahora. Lo demás se fué o vendrá, pero nunca dependerá de nosotros. Cambiemos nuestra forma de pensar y de ver el mundo. Afrontémoslo con ganas, decisión y una actitud positiva.

tomado de http://nosientes-gdmalbin.blogspot.com/search/label/OTROS, 17 oct 2010

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